[no olvidamos en qué lado de la barricada estamos]
Frente a esta crisis, el Estado y el Capital están mostrando, con evidencia sin precedentes, todas sus enormes limitaciones y su incapacidad estructural para tener en cuenta las necesidades y la salud de las personas.
En Italia, las opciones políticas de los Gobiernos han recortado constantemente la Salud pública (más que pública, estatal). Parte de los pocos recursos han sido desviados a la Sanidad privada, incluso durante la actual emergencia. La “regionalización” contemporánea, de acuerdo al modelo corporativo-capitalista, ha realizado, así, este servicio (el cual, en teoría, debería ser universal) diferenciando fuertemente entre regiones ricas y pobres.
Lxs pacientes se han convertido en clientes y los servicios de cuidado han sido monetizados, dentro de un marco general de competición y beneficios.
Esta aproximación al servicio de salud revela su verdad frente a este momento dramático, dejándonos a todxs a merced de esta filosofía que, ciertamente, no tiene piedad humana ni reconoce a lxs otrxs como nuestros seres humanos compañeros, sino que calcula los requerimientos de material mínimo necesario para producir el máximo beneficio, lo que ahora se traduce en la falta de bienes de equipo, la falta de personal contratado, la falta de bienes de consumo en los almacenes.
El resultado es que los fondos incrementalmente limitados y el personal incrementalmente reducido, ya explotados hasta el límite en lo ordinario, no dejan margen para situaciones de emergencia. Hay que admitir, además, que las plazas en Cuidados Intensivos se están acabando, el personal es escaso, los respiradores no están ahí y será necesario tomar decisiones sobre a quién tratar porque no es posible tratar a todas las personas. Y todo esto cuando el Estado utiliza 70 millones de euros al día para gastos militares. Con esos 70 millones gastados en uno solo de los 366 días de este año bisiesto, seis nuevos hospitales podrían ser construidos y equipados, y sobraría algo de dinero para mascarillas, análisis de laboratorio y algodón para exploraciones reales. Un respirador cuesta 4.000 euros, así que se podría comprar 17.500 respiradores al día, bastante más de lo que se necesita ahora.
En semanas recientes hemos presenciado un total graznido de la clase política en el manejo de la emergencia, con exponentes de todos los partidos políticos diciendo de todo y lo opuesto de todo, llamando al cierre y a la apertura dependiendo de lo que dijesen sus oponentes. Hemos visto al Gobierno llamar contra el cierre de las escuelas por la Administración regional de Paese (Veneto, Italia) y luego cerrar el país completamente unos días después, hemos visto oportunismos repugnantes y ahora estamos presenciando la retórica del “nosotrxs lo haremos”.
Si lo hacemos no será, ciertamente, gracias a los Gobiernos nacionales ni regionales. No será, ciertamente, gracias a la militarización masiva de las ciudades y fronteras. No será, ciertamente,
gracias a las empresas que, a través de Confindustria (asociación de empleadores industriales), han dejado caer su máscara eligiendo explícitamente el beneficio económico. Ellas han declarado claramente, sin lapsos de palabras, sin vergüenza: “Dejadnos no cerrar; la producción debe continuar.” Esto ha devenido en huelgas espontáneas en varias empresas, con los centros de los sindicatos grandes persiguiendo las luchas de trabajadorxs que no quieren sucumbir a las proclamas de sus empleadorxs. La caza de los sindicatos del Régimen ha llegado a su mayor expresión con el ridículo protocolo firmado el 14 de marzo, que contiene sólo obligaciones para trabajadorxs y sólo recomendaciones para las empresas.
Este desagradable cinismo, esta hambre de beneficio económico combinada con desprecio por la salud de aquellxs que trabajan, precisamente porque han sido expresados en un momento excepcional tal, no deben dejarse pasar y deben ser interpretados como responsables.
Ningún medio de comunicación principal ha publicado la demanda de lxs abogadxs de la asociación de niñerxs, una institución que no tiene nada de subversiva en esto. En la narrativa dominante niñerxs y niñerxs son descritas como héroes/heroínas, desde que enferman y mueren en silencio, sin contar lo que ocurre en los hospitales. Lxs niñerxs que cuentan la verdad son amenazadxs de despido. A aquellxs que son infectadxs no se les reconoce “accidente en lugar de trabajo”, por lo que la compañía hospitalaria no está obligada a pagar compensación; se encuentran a sí mismxs trabajando todos los días sin protección o con protección totalmente inadecuada.
Esta crisis está siendo pagada por aquellxs que tienen un trabajo precario u ocasional, normalmente sin ingresos y sin ninguna certeza de recuperar sus trabajos después de que la epidemia haya acabado. Está siendo pagada por aquellxs que se encuentran en casa teletrabajando, teniendo que conciliar una, a menudo, compleja presencia doméstica de niñxs o gente a quien cuidar y las obligaciones productivas contemporáneas. Está siendo pagada por aquellxs forzadxs a acudir a su lugar de trabajo sin ninguna garantía de salud.
Lxs trabajadorxs están pagando por ella. Iniciaron huelgas espontáneas contra el riesgo de contagio y fueron denunciadxs por la policía, por violar edictos gubernamentales, cuando se manifestaban en las calles por su salud.
Lxs presxs del Estado democrático están pagando por ella. Han provocado revueltas en 30 prisiones en defensa de su propia salud. Durante las revueltas murieron 14 de ellxs. 14 personas que –nos lo contaron– podrían haber muerto por sobredosis de drogas auto-inducidas. 14 personas sometidas a la responsabilidad de un sistema para el que, tal vez, no le pareció cierto ser capaz de aplicar otras medidas de contención con un puño de hierro, no tanto de la infección sino de lxs presos mismxs. En una situación explosiva debida a las ya indignas condiciones que se han vivido dentro de las prisiones durante años –de una manera estructural y no excepcional–, el Gobierno ha decidido cancelar las visitas, sin tomar medidas efectivas para proteger la salud de lxs presxs.
Desafortunadamente, estamos bien avisados de que, una vez que esta fase de emergencia termine, habrá la misma gente de siempre que perderá en términos de empobrecimiento y mayor explotación. Porque incluso si nadie de nosotrxs tiene la “bola de cristal”, ya se puede predecir que ellxs utilizarán la excusa de “recuperación”, “recuperación económica”, “superar la crisis”, para comprimir incrementalmente los espacios para la lucha en los lugares de trabajo y las libertades civiles y políticas. No será una sorpresa si la retórica de “responsabilidad” es usada para refinar más los mecanismos de disciplina y control social, para restringir más la libertad de movimientos, para restringir más la libertad de huelga y manifestación, que está ahora, de hecho, suspendida. Ya ahora, el número de aquellxs denunciadxs por violación de los decretos excede a aquellxs infectadxs. En esto seremos reclamados para la monitorización proactiva y la acción sin vacilación.
Nos solidarizamos con todxs lxs que, en este momento, están arriesgando sus vidas para salvar otras; con todo el personal que trabaja en hospitales; con aquellxs que trabajan y hacen huelga para garantizar condiciones seguras para sí mismxs y para lxs demás; con todxs aquellxs que no secundan la iniciativa #restareacasa (= #quedarseencasa) porque no tienen un domicilio. Nos solidarizamos con aquellxs que tienen miedo porque temen por ellxs y sus seres queridos. Simpatizamos con todxs aquellxs que han caído enfermxs y se han alejado de su casa sin ser capaces de tener contacto con sus amadxs por la ausencia de equipo protectivo; simpatizamos con todxs aquellxs que están muriendo sin cuidados paliativos por la ausencia de elementos de emergencia adecuados; y simpatizamos con todxs aquellxs que han tenido que tomar decisiones sobre las vidas de otrxs, a quién intubar y a quién no, en un intento desesperado para reducir el daño al mínimo cuando el éste es seguro.
No olvidaremos quién es responsable por lo que pasa hoy: Gobiernos y Estados han sacrificado la salud de todxs nosotrxs eligiendo beneficio económico, guerra y reforzamiento de su poder.
Los Gobiernos y los Estados no deben engañarse a sí mismos: las luchas no serán puestas en cuarentena.
Comisión de Correspondencia de la Federación Anarquista Italiana – FAI
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