Mahsa Amini era una joven kurda de 22 años. El 13 de septiembre, en un viaje familiar en Teherán, fue detenida en la calle y llevada por la Policía de la Moral de la República Islámica con el pretexto de que un mechón de pelo sobresalía de su hijab obligatorio. Dos horas después de su detención, Mahsa fue trasladada inconsciente a un hospital de Teherán: había recibido golpes en la cabeza, probablemente en el coche de la policía o durante la «reunión educativa» infligida a las mujeres que no cumplen estrictamente el código de vestimenta impuesto por el régimen. Murió el 16 de septiembre, tras tres días en coma. La muerte de Mahsa conmocionó por primera vez a su ciudad natal, Saghez. Su funeral dio lugar a marchas que se extendieron en los días siguientes a más y más ciudades de Irán y, luego, a todo el mundo.
Hasta la fecha, se han producido rebeliones en más de 80 ciudades iraníes, incluidas algunas muy religiosas como Qom o Machhad. Las mujeres se quitan el hiyab y queman el pañuelo en señal de protesta. Las consignas van dirigidas a todo el régimen: «No queremos la República Islámica» o «Kamenei (el guía supremo) es un asesino, su reinado es ilegítimo».
Varias fuerzas policiales están reprimiendo salvajemente esos levantamientos populares. En la mañana del 24 de septiembre, algunas organizaciones de defensa de los derechos humanos daban una cifra de, al menos, 49 individuos muertos durante los primeros días de la rebelión. La cifra real podría ser mucho mayor ya que, como se observó en anteriores revueltas, las autoridades falsifican los certificados de defunción de los fusilados y presionan a sus familias para que guarden silencio, amenazándolas con no devolverles los cuerpos. A pesar de las decenas de detenciones de estos últimos días, el mismo 24 de septiembre tuvo lugar una primera manifestación en la Universidad de Teherán, y los participantes fueron aún más numerosos que los días anteriores.
La represión es aterradora: gases lacrimógenos, golpes de tonfa (arma prolongación del puño) y fuego real. La policía aplica las tácticas más terribles para tomar por sorpresa a lxs manifestantes, por ejemplo, utilizando el transporte público y las ambulancias para desplazarse. Y la policía política está más activa que nunca: decenas de estudiantes han sido detenidas en concentraciones organizadas en los locales de las universidades de todo el país. Las detenciones abundan también entre los activistas políticos que se limitan a criticar el régimen sin pedir su derrocamiento, como hacen las jóvenes y la población. Internet, y en particular la Internet móvil, está, como siempre, ralentizada o cortada en las zonas donde el movimiento de protesta es más fuerte. El régimen hace todo lo posible para que el pueblo no pueda organizarse, ni publicar información, ni difundir las fotografías y vídeos de las atrocidades que se cometen en cada esquina. Sin embargo, muchos documentos eluden la censura: fotos de manifestantes cubiertos de sangre o muertos por disparos, un vídeo que muestra a los policías persiguiendo a las manifestantes, rompiendo las puertas de las casas cuyos habitantes les han ofrecido refugio.
A pesar de la represión, el movimiento sigue cobrando fuerza. El lema «Mujer, Vida, Libertad», procedente de Rojava y coreado en kurdo durante el funeral de Mahsa, se ha convertido en el punto de encuentro de todos los manifestantes: retomado primero en varias ciudades kurdas de Irán, se ha extendido a todo el país y se ha traducido a varias lenguas locales (persa, turco, árabe, etc.), y al resto del mundo durante las marchas de apoyo a nivel internacional, donde la rebelión iraní es acogida con una solidaridad sin precedentes.
En efecto, numerosos políticos de alto nivel y muchos individuos anónimxs han mostrado su apoyo a los movimientos de mujeres en Irán. Varios grupos de hackers han derribado algunas páginas y medios de comunicación del gobierno iraní. El hashtag #Mahsa_Amini, tanto en alfabeto latino como en persa, se ha convertido en el más utilizado de todos los tiempos en la red social de Twitter.
La solidaridad internacional es primordial. Para nosotros, anarquistas, este levantamiento masivo contra la opresión de las mujeres y contra la tiranía religiosa de un Estado totalitario es un soplo de aire fresco. Es una revolución que reclamamos. La Federación Anarquista (francófona) se solidariza, naturalmente, con todos los insurgentes de Irán, y llama a todos y cada uno de los individuos amantes de la libertad a apoyar la lucha de las mujeres y del pueblo iraní.
¡Viva la solidaridad con la lucha en Irán! ¡Viva la libertad!
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