1º de mayo de 2018: Contra todas las guerras

[Por la solidaridad entre los pueblos]

Ni un hombre, ni un arma para el Estado. Así de contundente fue el compañero anarquista Rudolf Rocker en el congreso de los obreros de la industria del armamento en Erfurt en marzo de 1919, antes del inicio de lo que conoció como II Guerra Mundial. Una reivindicación que a día de hoy sigue siendo necesaria, dado el panorama bélico que existe hoy en el mundo. Sigue leyendo

Solidaridad entre los pueblos oprimidos

  «La inhumanidad del hombre hacia el hombre» no es la última palabra. La verdad es más profunda. Es la esclavitud económica, la lucha salvaje por una migaja, lo que ha convertido a la humanidad en lobos y ovejas.»
Alexander Berkman

Desde la conquista de América en la historia oficial, los europeos comenzaron a despreciar y aplastar pueblos enteros, esclavizar o asesinar a miles de personas, para despojarlos de sus recursos y enriquecer así a las monarquías, la nobleza y posteriormente a la burguesía. Para instaurar el capitalismo y la propiedad privada, impusieron los estados a pie de cañón y fusil, derramando la sangre de miles y miles de personas que no querían romper el vínculo con la naturaleza y ser despojados de la misma para verla destruida, y ellos arrodillados y esclavos del salario en factorías.

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La guerra es la salud del Estado

En el mundo de hoy, los Estados necesitan la guerra para establecer la dominación sobre otras partes del planeta, para unir a su población contra un enemigo exterior, para impulsar sus propias industrias armamentísticas, que constituyen una parte creciente de sus economías. Cada vez más, grandes empresas e instituciones financieras como el FMI y el Banco Mundial, en conjunción con países como los Estados Unidos, Francia, China, Rusia y otros, imponen su dominio económico por medio de la fuerza militar.
Además, el desarrollo de la industria nuclear conduce a una sociedad nuclear de control y centralización, y a una amenaza para la vida humana y el medio ambiente. La nueva tecnología (drones, etc.) se usa para matar cada vez más gente, y para incrementar la vigilancia del Estado, incluyendo el control de las fronteras de la Fortaleza Europa contra los inmigrantes de África.

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